jueves, 21 de mayo de 2015

Con derecho a réplica - Cotidianidad 8


El juicio por el "crimen del siglo", como lo habían bautizado los titulares, estaba llegando a su fin.

Observé al reluciente fiscal. Manejaba el sumario como un crupier la baraja: Con milimétrica habilidad. Demostró el móvil, la oportunidad, y por las huellas digitales en el arma "homicida", mi autoría. Su "carta" maestra conmovió al jurado: Fotos de las brutales "heridas" infligidas a la "víctima". Toda su terminología fue aceptada por el juez pese a las protestas de mi defensor. La irrefutable lógica con que envolvió su discurso elevó la causa de delito contra la propiedad a crimen pasional, pasando yo de delincuente común a asesino.

Finalizó su alegato abrazando a mí ahora exmujer, que lloraba a moco tendido por su amante muerto. Sus inertes ojos horadaron mi alma y esbozó una sonrisa maquiavélica. La misma sonrisa que conservó aquel otro maldito androide mientras yo descargaba hachazos en su metálico cuerpo.

lunes, 4 de mayo de 2015

TV, or not TV - Cotidianidad 7



Los desvelos hasta intempestivas horas de la madrugada, castigando mi maltrecha vista entre amarillentas páginas de vetustos manuales de abogacía, estaban a punto de dar su fruto. Aquello iba a ser pan comido. Otro informe positivo en mi expediente.
— Distinguidos colegas, su señoría —mi voz de barítono propició un repentino silencio—. Lo que voy a proponerles nos puede ayudar a todos.
Y conduje mi alegato en un crescendo digno de las mejores academias, dominando la amplitud de la sala con maestría en el verbo y dignidad en el porte, defendiendo con ardor la idoneidad de mi programa.
Finalicé y me volví hacía el respetable.
Ojos vacuos me devolvieron su mirada.
— ¡Sálvame! —chilló una voz al fondo.
Pronto otras se unieron a la demanda y escasos segundos después una intensa algarabía se adueñaba de todo.
El carcelero me sonrió y pulsó el 5 en el mando a distancia.